Jose Aguirre

1972 -1980 Estudia con: Pepe Montes en Uruguay, en la Netherlands Painting Academy y con Augusto Torres en Barcelona, España

1975 - 2004 Exhibiciones en Uruguay, Alemania y Japón entre otros

Sus trabajos se encuentran en colecciones privadas en Nueva York, Alemania, Japón, Argentina, Francia y Australia

“Hay que volver a un sentido humano normal, y hay que encontrar lo universal en la temporalidad de las cosas entre que vivimos. Creo que esto es, hoy, lo que debemos proponernos resolver”
Joaquín Torres García, en la 6ª. Lección del curso que dictó en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Montevideo, en 1947

José Aguirre trasciende la realidad y vuelve con ella a la tela, para remarcar sus perfiles en una visión detenida, metafísica, de la figura humana y su entorno. El contemplador que conozca su obra anterior se enfrentará al impacto y a la sorpresa de nuevos colores, iluminados por la luz cenital que atraviesa las claraboyas e inunda el taller del artista en el primer piso y en lo más alto de una antigua casona montevideana, a pocos metros de la Plaza Matriz. Grandes transparencias de una arquitectura colonial, generosa en paredes; y en esos llenos, se destacan las pinturas de Aguirre. Son naturalezas muertas, un género que el pintor ha cultivado siempre, alentado por la guía de Augusto Torres, en Barcelona y en Montevideo. Naturalezas que ya eran “vivas” de color, abigarradas de frutos y flores, objetos, manteles, cuando las mostró en Galería Moretti, en 1996. Naturalezas que hoy sintetizan años de oficio que le permitieron a José Aguirre avanzar siempre más por un camino liberador, que en el 2001 se resolvía en un constructivismo que integraba a la estructura básica, vertical y horizontal, ritmos curvos y colores restallantes, dando su versión lírica y original de las lecciones torresgarcianas. Naturalezas muertas-vivas, en las que hoy el pintor instala su postura metafísica que se afirma en la interioridad de “lo pintado” y desde ello llama e invita al contemplador a compartir el sensible banquete de colores, porque la fiesta debe continuar.

Dibujo y transparencias, la fuerza de la línea y los llenos de color, dan lugar a las formas, expectantes y detenidas en las que el artista universaliza cada mirada o cada fruto, integrando al espectador en el profundo interrogante planteado como una pregunta, a la espera de un tiempo prometido. Surgen líneas, figuras, esbozos anteriores, presentes entonces en la mente del artista, dejados allí expectantes, porque tal vez no era el tiempo para su concreción. Son los testigos del silencio interior, del lugar de la creación donde el gran ritmo de colores se ha generado. La figura humana parece avanzar, salir al encuentro del futuro, buscando con el artista la expresión que mejor comunique esa realidad sentida, percibida, tal vez soñada, dormida, antes de la creación.

Estas naturalezas vivas de José Aguirre son en su monumentalidad la concreción de una pintura que la arquitectura actual pide para cubrir a la manera de murales las paredes menos abiertas al exterior. Aguirre las cubre con poesía, color, misterio. Y surge así la expresión de una realidad nueva, nacida de percepciones que se conjugan con probado oficio de dibujante, con el fuerte ingrediente de la sorpresa, dentro de la armonía que nace y se descubre en una obra de arte.

- Elisa Roubaud -